El recién renovado Parador de Aiguablava ha abierto sus puertas con un aspecto más moderno y vanguardista, cumpliendo con los procedimientos de higiene y distanciamiento que ha establecido la hotelera en sus 98 establecimientos para garantizar la seguridad de clientes y empleados en todas las instalaciones.

Después de una remodelación que ha durado tres años y ha supuesto una inversión de más de 17 millones de euros, Aiguablava se ha convertido en un parador más moderno que ha mantenido su ubicación sobre el acantilado Punta d’es Muts, en una de las calas que forman la Costa Brava.

Sus seis plantas reparten 78 habitaciones, todas ellas han sido totalmente rediseñadas y redecoradas. Las zonas exteriores se han mejorado con un solárium, terrazas y una piscina de temporada que cuenta con vistas al mar Mediterráneo. También se ha construido un nuevo spa y un gimnasio panorámicos, y se han eliminado todas las barreras arquitectónicas mejorando la accesibilidad en todo el parador.

Las zonas exteriores se han mejorado con un solárium, terrazas y una piscina de temporada y se ha construido un nuevo spa y un gimnasio panorámicos

El proyecto de interiorismo ha corrido a cargo del estudio Denys & von Arend, el cual se ha centrado en la simplicidad, claridad, luz, vistas y materiales naturales, creando un recorrido por todas las artes que, de una manera u otra, han estado vinculadas a la Costa Brava y, concretamente al Parador de Aiguablava.

“Hemos querido ofrecer un paseo por las estancias donde cada arte está patente: la escultura, la pintura, la fotografía, el cine y la literatura. Cada zona, que goza de maravillosas vistas, se empapa de arte”, explican desde Denys &von Arend.

Además, en la intervención se ha procurado que todas las estancias aprovechen al máximo la luz natural a través de grandes cristaleras que optimizan al máximo las vistas panorámicas al mar que rodea todo el edificio. Así, cada rincón está estudiado, y siempre el mundo del arte y el diseño están presentes hasta el más mínimo detalle.

Para ello, se han utilizado elementos icónicos de mobiliario del siglo XX, como la silla Barcelona y la silla Butterfly, combinadas con sofás y pufs tapizados. En cuanto a los pasillos que conducen a las habitaciones, se ha apostado por alfombras con la cuadrícula del pintor holandés Piet Mondrian para rendir un homenaje al vanguardismo del siglo pasado. Respecto a las habitaciones, la protagonista es la luz del mar azul que entra por los ventanales y en sus terrazas se han instalado sillones colgantes para relajarse.

Se trata, por tanto, de una experiencia que se completa, además, con una cocina a base de productos de la zona, donde priman las recetas tradicionales a base de productos locales.

Cabe mencionar que son más de 200 obras las que cuelgan de las paredes del alojamiento convirtiéndolo en una especie de museo suspendido sobre el mar Mediterráneo. Se trata de una representación de obra gráfica y óleos de la talla “Monegros” de José Beulas, “Cennino Cennini o el libro del arte” de Modest Cuixart o una interesante pintura abstracta de Joan Hernández Pijuán. El objetivo ha sido homenajear a los grandes del arte contemporáneo catalán.