Revista
Ochenta Grados celebra su 15 aniversario consolidado con ocho restaurantes en funcionamiento entre Madrid y Bilbao. El nombre no es casual: en Ochenta Grados se cocina, literalmente, por debajo de los 80ºC siempre que es posible. Esta técnica, inspirada en la cocina a baja temperatura, preserva al máximo el sabor original y las propiedades de los alimentos.
El Huevo trufado, ya convertido en símbolo de la casa; el postre Leche con Galletas, una oda a la infancia con un toque sofisticado, o el Distinto de Verano, reinterpretación personal del clásico tinto de verano y del que venden más de medio millón al año; son solo algunos de los conceptos que los clientes siguen pidiendo año tras año.
La propuesta rompe con la rigidez del menú tradicional. Aquí no hay primeros, segundos ni postres. En su lugar, una carta de miniplatos pensados para compartir y para probarlos todos. Desde su primer local en Las Tablas, Ochenta Grados ha llevado su sello a rincones clave de la capital como Malasaña, Castellana, Pozuelo, Montecarmelo, Valdebebas y Tres Cantos, y ha cruzado fronteras con su desembarco en Bilbao, a solo unos pasos del Guggenheim.
Cada restaurante tiene su propia personalidad, pero todos comparten una misma esencia: una carta viva y en constante evolución. Para celebrar este aniversario tan especial, Ochenta Grados cumple el deseo más pedido por sus clientes: el regreso de "La pizza más fina del mundo", que vuelve por tiempo limitado a sus locales hasta agotar existencias. Este plato —con base ultrafina y crujiente— vuelve con Grana Padano, una delicada emulsión de ajo negro y trufa, jamón de pato, polvo de tomate y de albahaca.