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En plena calle Espíritu Santo, en el barrio madrileño de Malasaña, Icaza Madrid ofrece una carta que gira en torno a recetas tradicionales mexicanas, elaboradas de forma 100% artesanal, con ingredientes seleccionados y técnicas que respetan la memoria culinaria de México.
Entre sus platos más destacados se encuentran las enmoladas poblanas, elaboradas con un mole casero único que contiene nada menos que 53 ingredientes, resultado de una receta ancestral y compleja que encapsula siglos de historia. Otro imprescindible son las gorditas Doña Rosa, con raíces familiares que rinden homenaje a una figura clave en la historia del restaurante.
Y si hay algo que diferencia a Icaza Madrid es su apuesta por los brunch mexicanos, disponibles tanto a media mañana como en comidas y cenas. Entre sus propuestas destacan los chilaquiles preparados con una salsa de tomate verde y chile morita, que aporta un picor suave. Se sirven acompañados de cochinita pibil.
Icaza cuida cada aspecto de su interiorismo. El diseño ha sido llevado a cabo por Laura García-Soto Jiménez, CEO del estudio madrileño GStudio. El local se organiza en dos ambientes bien diferenciados, pensados para ofrecer experiencias complementarias.
La primera zona, más informal y dinámica, está pensada para un servicio ágil y directo, ideal para visitas espontáneas o comidas rápidas sin perder el confort. Aquí, una barra de atención al cliente preexistente, realizada en acero y con una pátina de óxido natural, se conserva como pieza original del espacio anterior. Frente a ella, se extiende una barra adosada a la pared para comensales, revestida con un distintivo alicatado rosa entreverado, que aporta frescura y luminosidad al conjunto. Esta barra está acompañada por taburetes de madera maciza natural con asientos de cuerda, lo que suma calidez y una textura visual artesanal.
Las paredes de mortero de cal y de ladrillo visto ofrecen texturas crudas y materiales vivos que acompañan sin imponerse. Una gran bancada lateral, realizada y modulada también en el característico alicatado rosa, genera una continuidad visual en todo el entorno. El mobiliario en madera de Sapelly, diseñado y fabricado a medida, introduce un guiño a la estética castiza madrileña, pero con líneas limpias que dialogan con la tradición mexicana que impregna el concepto de Icaza.
Elementos como la malla de ratán, integrados en el mobiliario y detalles estructurales, aportan un aire tropical, natural y atemporal, mientras que una cuidada selección de plantas naturales contribuye a reforzar la sensación de estar en un espacio vivo, amable y relajado, donde la naturaleza tiene un papel esencial.
La segunda zona del restaurante, más íntima y envolvente, está concebida como el corazón emocional del espacio. En ella se encuentra una gran mesa comunal situada al fondo de la sala, pensada para el encuentro, la conversación y la experiencia compartida. Esta mesa está enmarcada por unas piezas de madera que evocan con delicadeza los arcos de la gran terraza del Icaza original en Cancún, estableciendo una conexión emocional y simbólica entre ambas ubicaciones. Es una forma de traer el recuerdo y el arraigo del origen hasta este nuevo espacio en Madrid.
La iluminación, otro de los elementos clave en la propuesta de GStudio, baña y realza el relieve de los materiales, y ha sido diseñada para ser modulable y tenue, adaptándose a los distintos momentos del día. Gracias a este tratamiento lumínico, el ambiente puede transformarse desde una atmósfera cálida y activa por la mañana, hasta un entorno suave, íntimo y casi ceremonial al caer la tarde.